Partidos Políticos

por Alexsandro M. Medeiros

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publicado en: mai. 2022

versión en Portugués

 

Una Breve Historia

            Un partido político es una organización que busca incidir en las acciones de gobierno a través de sus miembros, que se presentan como candidatos en elecciones periódicas con el fin de obtener un mandato político, ya sea en el ámbito ejecutivo o legislativo.

            Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, pasando por pensadores como Henri Bolingbroke, David Hume, Benjamin Constant, Karl Marx, Max Weber (1959), Maurice Duverger (1951), Raymond Aron, Giovani Sartori (1976 y 1982)[1], los partidos políticos han sido objeto de discusión entre los teóricos de la Ciencia Política y, en general, podemos hablar de una definición de “partido político” desde un punto de vista más ideológico, considerándolo como un conjunto de individuos que profesan una misma doctrina política, o una definición que tenga en cuenta el elemento democrático del juego político, que consiste en entender los partidos políticos como una estructura de organización democrática. Además de los autores mencionados anteriormente, el tema político partidista ha sido ampliamente discutido y actualmente debatido en la literatura internacional (BROUGHTON; DONOVAN, 1999; DALTON; MCLLISTER; WATTENBERG, 2000; DIAMOND; GUNTHER, 2001; KATZ; CROTTY, 2006; KATZ; MAIR, 1994; KIRCHHEIMER, 1966; LAWSON; MERKL, 1988; MAINWARING; SCULLY, 1995; MAIR, 1997; OSTROGORSKI, 1993; SEILER, 1993; WARE, 1996; WATTENBERG, 1998).

 

            En general, podemos agrupar la definición que algunos estudiosos de la Ciencia Política dan sobre los partidos políticos como Nawaiasky, Kelsen, Hasbach, Goguel y Burdeau. Los partidos políticos son:

 

“Unión de grupos de población basados ​​en objetivos políticos comunes” [Nawaiasky] […] “son organizaciones que reúnen a hombres de ideas afines para otorgarles una influencia real en la dirección de los asuntos públicos” [Kelsen] […] “ una reunión de personas, con las mismas convicciones y los mismos propósitos políticos, y que pretenden tomar el poder estatal con el fin de satisfacer sus demandas” [Hasbach] [...] “es un grupo organizado para participar en la vida política, con el objetivo de la conquista total o parcial del poder, para hacer prevalecer las ideas e intereses de sus miembros” [Goguel] […] el partido representa una “asociación política organizada para dar forma y eficacia a un poder de hecho [Burdeau] (apud BONAVIDES, 2000, p. 449-450 – traducción nuestra).

 

           De las definiciones expuestas anteriormente, Paulo Bonavides (2000) destaca algunos aspectos que necesariamente entran en el concepto de partido político: a) el carácter de grupo social; b) un grupo organizado; c) basado en un conjunto de ideas y principios rectores del partido (un aspecto más ideológico); d) un interés común, que es la toma del poder y dominio del aparato estatal y gubernamental, aliado al sentimiento de conservación de ese mismo poder. En una concepción más contemporánea de los partidos políticos, podríamos agregar también la idea, según los aportes teóricos de Maria D'Alva Kinzo (2004), de que las actividades partidarias deben estar asociadas a la formulación, planificación e implementación de políticas públicas, algo que estaría relacionado a la plataforma de gobierno del partido, “[...] participando como actores legítimos en el juego del poder y en el proceso de negociación política” (KINZO, 2004, p. 25 – traducción nuestra).

            Históricamente, Inglaterra “es la patria de los partidos políticos” (BONAVIDES, 2000, p. 482 – traducción nuestra). Fue en la Inglaterra del siglo XVIII donde surgió la distinción entre “whigs” y “tories”, señalando una primera forma de bipartidismo tradicional al final del reinado de Carlos II a partir del conflicto entre la tierra y la capital, el campo y la ciudad, o feudo y el burgo:

 

...] los "Tories", representando el interés territorial y los "whigs" representando el interés monetario [...] Del lado de los "Tories", la Iglesia y el Trono, las grandes prerrogativas reales, el principio de autoridad y legitimidad; del lado de los “whigs”, el Parlamento y contrato social de Locke, la doctrina del consentimiento y los principios de 1688, así es como Greaves resume sustancialmente las posiciones definidas en cada uno de estos cuerpos políticos (id., ibidem, p. 483 – traducción nuestra).

 

            A lo largo de los años, los partidos políticos han atravesado numerosas crisis, incluida la crisis de identidad e ideología. Sin embargo, los partidos siguen siendo actores fundamentales de los sistemas políticos contemporáneos (SELL, 2006).

           El tema de los partidos políticos muchas veces fue tratado con recelo por muchos teóricos, pues ocasionalmente se trataba con la idea de “secta” o “facción”, teniendo una connotación negativa asociada a la palabra. Sell (2006) ​​afirma que este término fue deconstruido lentamente con el tiempo, obteniendo una asociación del término llevado para “tomar parte” o “ser parte de algo”. En este sentido se entiende que:

 

Aún con la deconstrucción paulatina de la expresión negativa del término partido político, algunos pensadores como Bolingbroke y David Hume tienen la visión de que los partidos nacen de intereses y pasiones, además de que David clasifica a los partidos en tipos (grupos de personas o grupos que surgen de, principios y afectos), yendo más allá al decir que sería deseable abolir los partidos, aunque esto no sea factible (SELL, 2006, p. 52 – traducción nuestra).

 

            Es necesario un acercamiento a la terminología de la palabra para que podamos analizar el significado positivo que se le atribuye, ya que este término representa una serie de significados que contribuyen de manera relevante al conocimiento histórico-político de la realidad de estos partidos, surgidos a partir de bases ideológicas. Siguiendo los aportes de Sell (2006, p. 152 – traducción nuestra),

 

La aceptación de la palabra y el significado positivo del término partido político está ligada a la aceptación misma del pluralismo como valor cultural. Sólo en la medida en que la diversidad de grupos, intereses e ideas pasó a ser vista como algo normal e incluso necesario para el ejercicio de la libertad, la pluralidad de partidos pasó a ser vista como un elemento fundamental para la existencia y funcionamiento de los regímenes democráticos.

 

            Históricamente podemos decir que fue la corriente marxista la que destacó el papel de los partidos políticos con Karl Marx y Friedrich Engels y con el surgimiento de los sindicatos y las luchas del proletariado por la superación y contra la explotación. Especialmente la clase que no poseía los medios de producción, el proletariado, comenzó a crear mecanismos de organización política de las clases sociales.

            En este escenario, los partidos políticos asumen un papel fundamental con el objetivo de unificar a los trabajadores, superando sus divisiones. Para Sell, estos “partidos revolucionarios” tenían como tarea principal llevar la conciencia de clase a las masas y dirigir la revolución socialista.

            “En el Manifiesto Comunista (1848), Marx afirmó que era deber de todos los proletarios organizarse 'en una clase y en un correspondientemente partido político'” (BONAVIDES, 2000, p. 479 – traducción nuestra). Y Lenin profundiza el sentido marxista del partido político al situarlo como “[…] la vanguardia organizada y disciplinada del proletariado revolucionario, porque 'en él vemos la razón, el honor y la conciencia de nuestro tiempo'” (id., ibidem, p. 479 – traducción nuestra). Pero los partidos políticos llegarían a su fin, en la visión marxista, así como el Estado llegaría a su fin en la organización comunista. Marx reconoce que el Estado tiene un carácter fundamentalmente histórico, destinado, sin embargo, a desaparecer con el fin del Capitalismo y luego del Socialismo, dando lugar a la sociedad comunista. Y en una sociedad sin divisiones de clases y sin Estado, el pluralismo partidario no tiene sentido. En el socialismo gobierna el partido único: el partido socialista, que es el partido del proletariado y no puede compartir la dirección con otros partidos. El partido socialista, “[...] con la desaparición de la sociedad de clases, acompañará también al Estado en su camino a la tumba” (id. ibidem, p. 480 – traducción nuestra).

 

De hecho, Mao Tse Tung, rememorando las viejas ideas de Rohmer, en el siglo XIX, sobre la vida orgánica de los partidos, envuelto con el lenguaje y los conceptos de la doctrina marxista, escribió: “Un partido político viaja tan lejos como un ser humano las etapas de la niñez, juventud, adultez y vejez. El Partido Comunista de China ya no es un niño o un adolescente. Llegó a la mayoría de edad. Cuando un hombre envejece, muere pronto; lo mismo ocurre con los partidos políticos. Con la abolición de las clases, todos los instrumentos de la lucha de clases, los partidos políticos y el aparato estatal también pierden sus funciones, se vuelven superfluos y desaparecen lentamente, después de haber cumplido su función histórica. La sociedad humana habrá alcanzado entonces una etapa más avanzada” (id., ibidem, p. 480 – traducción nuestra).

 

            Dentro de las definiciones tradicionales de los partidos políticos Max Weber conceptualiza que:

 

Los partidos son, en su esencia más íntima, [...] organizaciones creadas voluntariamente y basadas en el libre reclutamiento, necesariamente siempre renovadas, a diferencia de todas las corporaciones delimitadas fijamente por ley o contrato. Su objetivo hoy y siempre es obtener votos en elecciones para cargos políticos (apud SELL, 2006, p.156 – traducción nuestra).

 

           Este término de partidos políticos en la Ciencia Política contemporánea enfatiza los aspectos formales y organizacionales de estos grupos organizados, además de los objetivos que los califican como institución política y, en este sentido, existen al menos cuatro criterios que definen a un partido político dentro de sus perspectivas: una organización duradera que va más allá del período de validez de una elección política; una organización bien establecida que mantiene relaciones regulares y variadas a nivel nacional; una voluntad deliberada de los líderes nacionales y locales de la organización para conquistar y ejercer el poder; una preocupación por buscar el apoyo popular a través de elecciones o de cualquier otra forma.

         A través de la contribución de varios de los autores, podemos decir que estos criterios generalizados son elementos de legitimación de las asociaciones que conducen a una definición mínima de partido político. En esta línea de pensamiento, Sartori (1982), con base en este procedimiento, plantea que en esta perspectiva un partido político es cualquier grupo identificado por una etiqueta oficial que se presenta a las elecciones, y es capaz de colocar a través de elecciones (libres o no) candidatos para cargos públicos.

          También es relevante enfatizar la importancia del rol de los partidos políticos dentro del sistema político. Según Sartori (1982) la función general de los partidos políticos es desempeñar el papel de mecanismo de comunicación entre la sociedad y el Estado. Actuando así en tres espacios bien diferenciados: 1) el espacio social; 2) el espacio electoral; 3) el espacio gubernamental. Además de la función de: 1) representar y expresar el interés de la sociedad; 2) participar y organizar el concurso de candidatos a votos de los electores; 3) ejercer el gobierno estatal.

           En las definiciones que enfatizan el rol electoral de los partidos políticos, se destacan sus funciones en la estructuración de la elección de representantes según los aportes de Schwartzenberg, quien enfatiza que en este contexto los partidos cumplen tres tareas básicas:

 

1) Formación de opinión: presentación de temas, agendas y perspectivas sobre problemas sociales y políticos que condicionan la opinión pública y la elección de los votantes; 2) Selección de candidatos: reclutamiento y socialización de personas para la actividad política; 3) Calificación de los elegidos; aglutinación de sus militantes en nombre de la disciplina, la unidad partidaria y la consecución de objetivos comunes (1979, p. 494-496 – traducción nuestra).

 

           En este contexto de reflexiones que privilegian el análisis de los partidos políticos en la arena social, se destaca el rol representativo. Se entiende que el papel representativo de los partidos puede desglosarse en dos dimensiones:

 

1) Agregación de intereses: bajo este aspecto, los partidos captan o recogen los distintos intereses formulados por los grupos de presión o los problemas presentes en el ámbito de la opinión pública general; 2) Articulación de intereses: bajo este aspecto, los partidos buscan unir las demandas, integrándolas en programas de gobierno para ser presentados en el ámbito de la opinión pública general (VENDER, 2006, p. 157 – traducción nuestra).

 

            Hoy en día, es necesario reconocer que en las democracias modernas los partidos políticos juegan un papel muy importante, en el sentido de permitir que un grupo de individuos comparta objetivos y un programa político común. En efecto, “Sin el partido político, ni las dictaduras ni los poderes democráticos de ninguna sociedad de nuestro tiempo podrían sobrevivir, excepto temporalmente” (BONAVIDES, 2000, p. 504 – traducción nuestra). O como afirma Kinzo (2004, p. 23 – traducción nuestra):

 

Existe consenso de que los partidos políticos y las elecciones son componentes necesarios de un régimen democrático. Las elecciones libres y justas, en las que los partidos compiten por cargos públicos, son un criterio crucial para identificar si un sistema político es una democracia.

 

       

Referências Bibliográficas

BONAVIDES, Paulo. Ciência Política. 10. ed. São Paulo: Malheiros Editores, 2000.

BROUGHTON, D.; DONOVAN, M. (eds.). Changing party systems in Western Europe. Londres, Pinter, 1999.

DALTON, R. J.; MCLLISTER, I.; WATTENBERG, M. The consequences of partisan dealignment. In: DALTON, R. J.; WATTENBERG, M. (eds.). Parties without partisans: political change in advanced industrial democracies. Oxford, Oxford University Press, 2000.

DIAMOND, Larry; GUNTHER, Richard (eds.). Political parties and democracy. Baltimore/Londres, The Johns Hopkins University Press, 2001.

DUVERGER, Maurice. Les partis politiques. Paris: Armand Colin, 1951.

KATZ, Richard S.; MAIR, Peter (eds.). How parties organize: change and adaptation in party organizations in Western democracies. Londres, Sage Publications, 1994.

KATZ, R.; CROTTY, W. (eds.). Handbook of Political Parties. London: Sage Publications, 2006.

KINZO, Maria D’Alva G. Partidos, eleições e democracia no Brasil pós-1985. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 19, n. 54, p. 23-40, 2004. Acessado em 07/01/2016.

KIRCHHEIMER, O. The transformation of the Western European party systems. In: LAPALOMBARA, Joseph; WEINER, Myron (eds.). Political parties and political development. Princeton, Princeton University Press, 1966.

LAWSON, Kay & MERKL, Peter (eds.). When parties fail: emerging alternative organizations. Princeton, Princeton University Press, 1988.

MAINWARING, S.; SCULLY, T. Building Democratic Institutions: party systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 1995.

MAIR, Peter. Party system change: approaches and interpretations. Oxford, Clarendon Press, 1997.

OSTROGORSKI, Moisei. La démocratie et les partis politiques. Paris: Fayard, 1993.

SARTORI, Giovanni. Partidos e sistemas partidários. Brasília: UnB, 1982.

____. Parties and Party Systems. New York: Harper&Row, 1976.

SEILER, Daniel-Louis. Les partis politiques. Paris: A. Colin, coll. Cursus, 1993.

SELL, Carlos Eduardo. Introdução à sociologia política: política e sociedade na modernidade tardia. Petrópolis, RJ: Vozes, 2006.

SCHWATZENBERG, Roger-Gérard. Sociologia política. São Paulo: Difel, 1979.

WARE, A. Political Parties and Party Systems. New York: Oxford University Press, 1996.

WATTENBERG, Martin. The decline of American political parties, 1952-1996. Cambridge, Harvard University Press, 1998.

WEBER, Max. Le savant et le politique. Paris: Plon, 1959. (préface de Raymond Aron, 1ère éd. 1920).

 

 


[1] Sobre las diversas clasificaciones de partidos, presentes en pensadores como David Hume, Max Weber, Georges Burdeau y Hans Nawiasky, véase Bonavides (2000, p. 464-467).