Democracia Electrónica, Virtual o Digital

por Alexsandro M. Medeiros

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publicado en: abr. 2022

versión en Portugués

La Democracia en el siglo XXI

        Con el surgimiento de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, en particular Internet, hay muchas discusiones sobre la revitalización de la democracia. La democracia surgió en la Antigua Grecia y, desde entonces, ha ido adquiriendo nuevas configuraciones a lo largo de los años, por lo que no se puede decir que la democracia contemporánea sea la misma que la de hace 2.500 años. Prueba de ello son los nuevos espacios generados por internet que traen nuevos conceptos, como la ciberdemocracia (o incluso democracia electrónica, democracia virtual, e-democracia), en la cual el ciudadano, mediante el uso de estas nuevas tecnologías, puede, de alguna manera, participar en los asuntos públicos. En cierto sentido, podemos incluso decir que quien no esté conectado a esta red global estará fuera de la vida social, económica o científica, que se desarrolla en tiempo real por los caminos de internet. Los extraordinarios avances tecnológicos de los últimos años han transformado significativamente el panorama de las sociedades democráticas modernas. Estas transformaciones afectan no solo el modo sustantivo de las relaciones sociales, sino también el funcionamiento de las instituciones y estructuras políticas actuales. En este sentido, la ciberdemocracia consiste en la creación de procesos y mecanismos de discusión, a partir de un diálogo entre el ciudadano y el Estado, para llegar a una política de decisiones, en la cual la participación popular se haga más real en términos prácticos.

 

Una de las discusiones más centrales en la actualidad radica en conocer el verdadero papel de los nuevos medios como agentes de “democratización”. Gran parte de la literatura sobre democracia digital reconoce el potencial de interacción horizontal masiva de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Este optimismo hace que los investigadores vean en Internet una oportunidad para la revitalización de la democracia al abrir nuevas formas de participación ciudadana horizontal, independientemente de las grandes estructuras políticas y los organismos de comunicación de masas, haciendo que el Estado sea más ágil, transparente y más cercano al ciudadano (CASTELLS, 2003; FERGUSON, 2002, p. 104; CEBRÍAN, 1999, p. 17 apud OLIVEIRA, 2012, p. 4 – traducción nuestra).

 

            La ciberdemocracia es, por tanto, un concepto basado en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pero que aún no tiene un concepto específico. Por ejemplo, existen otras formas de referirse a este modelo, como democracia electrónica o democracia virtual. Algunos autores hablan de ágoras online o ágoras digitales (en alusión al ágora griega, plaza pública, donde se debatían temas de interés para ciudades como Atenas, por ejemplo) para referirse a los espacios donde es posible el debate en torno a cuestiones públicas en sitios web como el portal e-democracia de la Cámara de Diputados o e-cidadania del Senado Federal brasileño. Pero todos son unánimes y reconocen que la democracia electrónica/virtual puede mejorar los procesos de deliberación en una sociedad porque, “[...] Internet estimula todas las experiencias que cruzan el umbral entre representantes y representados: deliberación ampliada, autoorganización, implementación de colectivos transnacionales, socialización del conocimiento, desarrollo de competencias críticas, etc.” (CARDÓN, 2012, p. 01 – traducción nuestra).

           Diniz y Pinheiro (2012) destacan cómo los teóricos, sobre la posibilidad de utilizar internet como una forma de mediación entre el Estado y la sociedad a través de una esfera pública virtual, pueden dividirse en optimistas, pesimistas y moderados. Los optimistas esperan con ansias la posibilidad de que internet supere los límites del modelo de democracia representativa y las limitaciones del espacio público, facilitando el acceso de los más diversos colectivos a los debates políticos con amplia disponibilidad de información y bajo costo. Para los optimistas, internet ofrece la posibilidad de constituir una esfera pública virtual con: 1) la posibilidad de dar voz a segmentos marginados; 2) reciprocidad de palabra; 3) amplia disponibilidad de información, acceso más rápido a la información y acceso universal; 4) facilidad de comunicación entre ciudadanos y políticos y entre ciudadanos; 5) bajo costo operativo; 6) sin límites de fronteras geográficas; 7) conveniencia, comodidad y conveniencia; 8) participación ciudadana directa en la gobernabilidad democrática (DINIZ; PINHEIRO, 2012).

            Además de quienes son más optimistas sobre el papel de internet como agente de democratización, hay quienes son más moderados sobre su uso y ven con reservas la posibilidad de que internet resuelva los problemas que perturban la forma democrática de gobierno, como es el caso de Marques (2006, p. 180 – traducción nuestra) quien “busca identificar los espacios discursivos digitales con la noción de conversación civil, pues su utilidad sería más efectiva [...] a nivel de formación de opinión que a nivel de la toma de decisiones”. Son varios los aspectos que llevan al autor a adoptar esta actitud moderada, que van desde la creación de una agenda preestablecida de temas a tratar y el hecho de que no todos los ciudadanos están interesados ​​y dispuestos a discutir temas relacionados con la política, hasta la necesidad del respeto mutuo, ya que “en los foros cobijados por el entorno digital son comunes las ofensas o exclusiones de usuarios que no se ajustan a una determinada posición, lo que en realidad no caracteriza una actitud democrática” (2006, p. 181 – traducción nuestra). Y el autor concluye:

 

De esta forma, internet no vendría a perjudicar la democracia, pero tampoco sería responsable de una revolución en términos de comprensión de esta forma de gobierno […] Si son diversas las consideraciones sobre internet en cuanto esfera pública, por otro lado, no se puede negar que muchos debates sólo se materializan por el advenimiento de esta modalidad de comunicación. El entorno digital se puede calificar de caótico, dominado por empresas que sólo buscan el lucro, poco acostumbrado a la racionalidad, donde no hay debate de calidad o incluso que no es tomado en serio por los órganos de decisión del sistema político. Pero la observación que hay que hacer es que el debate racional entre ciudadanos de a pie, por ejemplo, si no se da en internet, tampoco parece darse con rigor fuera de ella. En otras palabras, se debe considerar que, funcione bien o mal, al menos el entorno digital abre la oportunidad para la exposición de opiniones y la formación de arenas conversacionales, instancias que antes eran improbables o más difíciles de llevar a cabo (2006, p. 183 – traducción nuestra).

 

          Los más moderados creen que si bien la red mundial brinda formas de comunicación muy diferentes a las de épocas pasadas, una mejora en los mecanismos democráticos depende de toda una base que sustente su funcionamiento relacionado con una cultura cívica y política de participación social (SAMPAIO, 2010).

        Y finalmente, tenemos a los pesimistas, que destacan las restricciones y déficits de medios tecnológicos para la participación ciudadana, tales como: 1) brecha digital; 2) ausencia de racionalidad; 3) falta de organización, competencia e incluso voluntad de participación; 4) dificultad para formar lazos de confianza y solidaridad; 5) dudosa calidad de la información disponible en Internet; 6) las relaciones de poder también existen a través de la red; 7) exceso de información; 8) posibilidad de seguimiento por parte de empresas y gobiernos; 9) fragmentación de la esfera pública (DINIZ; PINHEIRO, 2012).

            En cualquier caso, al margen de optimistas, pesimistas o moderados, lo cierto es que hoy en día es muy fácil, gracias a instrumentos de investigación como Internet, poder seguir la actividad de las distintas esferas del poder, ya sea el ejecutivo, legislativo y judicial. Es posible, por ejemplo, seguir las más variadas actividades parlamentarias del Congreso Nacional, como la elaboración de proyectos de ley, ver los pronunciamientos de los parlamentarios en sesión plenaria o comisiones (en formato de audio o video) e incluso descargar los archivos y tener acceso a los más diferentes portales de transparencia, donde aparecen los gastos del Gobierno (federal, estatal, municipal) y del Poder Legislativo (Congreso Nacional, asambleas legislativas, cámaras municipales). “Internet no solo te permite comunicarte más, mejor y más rápido; sino que amplía formidablemente el espacio público y transforma la naturaleza misma de la democracia” (CARDON, 2012, p. 01 – traducción nuestra). De esta forma, internet debe convertirse en objeto de estudio e investigación como instrumento o alternativa de y para la democracia representativa, ya que es claro que, en la era digital, la democracia cambiará de apariencia. De ahí la necesidad de pensar y al mismo tiempo cuestionar las posibilidades y límites del uso de internet en el contexto de la democracia posmoderna.

           Las nuevas tecnologías están reinventando la práctica democrática, con el surgimiento de nuevas y efectivas herramientas para la participación popular, incluyendo la posibilidad de que los ciudadanos colaboren con el Poder Público y monitoreen sus acciones, con una transparencia sin precedentes que brinda, sobre todo, Internet. Para llegar al ciberespacio, los portales gubernamentales, sea en el ámbito ejecutivo, legislativo, judicial, nacional, estatal o municipal, deben no solo brindar servicios, sino ampliar los medios de información y conocimiento y garantizar la interacción de la sociedad con el Poder Público.

         Debido a estas nuevas tecnologías, el siglo XXI ha creado condiciones para la participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Los ciudadanos deben tener oportunidades de injerencia efectiva en la toma de decisiones políticas, y las instituciones de la democracia deben actuar de forma que favorezca la aproximación entre ciudadanos y representantes.

           Esta “nueva” ciudadanía y las nuevas tecnologías deben ir de la mano, en el sentido de fortalecer la participación popular, y no cabe duda que la posibilidad de que la sociedad civil participe directamente en los asuntos públicos es un gran avance en la construcción de un acto democrático efectivo, aunque sea representativo. En pleno siglo XXI, ya no es posible ignorar los espacios que estas nuevas tecnologías han creado, de tal forma que podemos decir, como lo hace Lévy (2002, p. 32 – traducción nuestra), que “los destinos de la democracia y el ciberespacio están en gran medida vinculados”. ¿Qué sucede con nuestro espacio público cuando la tecnología facilita una estrecha aproximación entre la conversación privada y la información pública? “Internet amplía el espacio público. Abre de par en par las puertas de un universo que antes estaba inserto en un diálogo entre periodistas comprometidos y profesionales de la política” (CARDON, 2012, p. 05 – traducción nuestra). La información compartida en este nuevo “espacio público” puede ser comentada, criticada, desprestigiada, transformada por un gran número de personas antes consideradas no aptas o ignorantes.

 

[...] si el espacio público se abre a la intervención cada vez más activa de los individuos, es también porque los modos de ser se transforman [...] Esta apertura del espacio público a los individuos tiene consecuencias de primera importancia. Introduce, en el mundo de la información y en el mundo de la política, modos de estar juntos, interactuar y cooperar que hasta entonces permanecían enclaustrados en el espacio de la sociabilidad privada. De esta forma, Internet visibiliza un conjunto de expectativas que es muy importante descifrar (CARDON, 2012, p. 06 – traducción nuestra).

 

            Con la llegada de Internet, la concepción de un espacio público o esfera pública adquiere nuevas dimensiones. Se habla de esfera pública virtual (MARQUES, 2006; OLIVEIRA, 2012), esfera pública interconectada – esfera pública en red (BENKLER, 2006; DINIZ; RIBEIRO, 2012; SILVA, 2010; SILVEIRA, 2009), websfera política (PROCOPIUCK; FREY, 2009), o incluso las nuevas “ágoras en línea” (LEMOS; LÉVY, 2010) constituyendo el nuevo locus para la formación de opiniones y debates desarrollados en listas de discusión y foros en línea abiertos a cualquier usuario. Un lugar de toma de decisiones o canal alternativo para fomentar la participación ciudadana y redes sociales como Facebook, Twitter o canales de video como Youtube cobran protagonismo en este proceso, en el cual emergen nuevos actores sociales en estos espacios públicos virtuales en los que se realizan movilizaciones, deliberaciones y tomas de decisiones.

          Con las nuevas tecnologías digitales aparecen nuevas formas de producción, distribución y consumo de la palabra pública y la tecnología se vincula a la constitución de la “polis” en el siglo XXI para dar paso a la ciberdemocracia, creando posibilidades para ampliar la comunicación y la gestión de los asuntos públicos.

            Al hablar de “polis” o “ágoras en línea”, se hace una referencia explícita a la forma de hacer política en la Antigua Grecia, caracterizada por un espacio de discusión (la plaza pública: el ágora) como forma de organización política de las polis: las ciudades estatales griegas. Por eso no es descabellado pensar cómo las nuevas tecnologías modifican las formas de pensar la política, no solo desde el punto de vista de la ciencia política, sino también desde el punto de vista de la filosofía política: una filosofía política que explora con audacia la posible profundización de la democracia en la era de la cibercultura, incluyendo: gobernanza mundial, estado transparente, Web 2.0. Lemos y Lévy (2010, p. 35) incluso proponen una relectura de la Alegoria da Caverna de Platão en el contexto de la Cibercultura:

 

El filósofo tiene el deber de trascender las opiniones que ordinariamente se intercambian en la oscura caverna de las ciudades (los medios), como la supuesta evidencia compartida que sólo refleja pequeñas perspectivas locales, para dar un largo y difícil rodeo por el mundo de las ideas. Solo así puede ayudar a sus conciudadanos a percibir su ciudad de otra manera y, eventualmente, hacerla progresar hacia una idea más alta y más bella de la vida colectiva (LEMOS; LÉVY, 2010, p. 35 – traducción nuestra).

 

          Algunos estudios analizan las posibilidades que el uso de la world wide web y las nuevas tecnologías permiten para la promoción del control social, la participación ciudadana y la transparencia pública (PINHO, 2008; PRADO; LOUREIRO, 2006; FREY, 2005; NIXON; JOHANSSON; , 1999 ), el uso de internet por parte de los partidos políticos (BARROS FILHO; BRAGA; FRANÇA; NICOLÁS, 2009; COUTINHO; NIXON; JOHANSSON, 1999; SAFLATE, 2007), la gobernanza pública (PROCOPIUCK; FREY, 2009) y los debates sobre representación, organización e instituciones democráticas desde el ciberespacio (HAYA; LOADER, 1999; TERRANOVA, 2004). Veamos también algunos ejemplos del uso de la World Wide Web asociado a objetivos políticos.

            El sitio web Rede Technology for Transparency (T4T), una iniciativa creada por la ONG internacional Global Voices, tiene como objetivo mapear las experiencias de los ciudadanos en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para promover la transparencia, la rendición de cuentas y el compromiso cívico. “En Brasil, T4T llevó a cabo seis estudios de caso de iniciativas ciudadanas para usar Internet para mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y el compromiso cívico. Todas estas experiencias enfocadas a los gobiernos en sus diferentes niveles” (DINIZ; RIBEIRO, 2012, p. 98 – traducción nuestra).

           Diniz y Ribeiro (2012) como sugiere el nombre del artículo del que son autores – El concepto de esfera pública y el sitio web “Webcidadania” en Brasil – realizaron una investigación de la participación ciudadana a través de internet por medio del análisis del mencionado sitio web. El sitio Webcidadania presenta una serie de iniciativas que utilizan la red mundial de computadores como una forma de fortalecer el ejercicio de la ciudadanía. Proyectos como: Cidade Democrática, Voto consciente, Viva Favela, Voto aberto, Ficha Limpa, forman parte de la plataforma del sitio web. “Entre las actividades que realiza este movimiento se encuentran las siguientes: mostrar a la ciudadanía las posibilidades de las nuevas tecnologías para monitorear y participar en los gobiernos; utilizar datos públicos; y promover causas para incidir en las políticas públicas” (DINIZ; RIBEIRO, 2012, p. 106 – traducción nuestra).

(DINIZ; RIBEIRO, 2012, p. 106)

(DINIZ; RIBEIRO, 2012, p. 107)

(DINIZ; RIBEIRO, 2012, p. 107)

 

            Silveira destaca cómo el papel de internet es fundamental hoy en día en el entorno político.

 

Según una encuesta realizada por Pew Research Center for the People & the Press y Pew Internet & American Life Project, en 2008, el 42% de los jóvenes estadounidenses entre 18 y 29 años dijeron informarse sobre la campaña por Internet, destacando el papel creciente de las llamadas redes sociales, principalmente MySpace y Facebook (KHOUT, 2008 apud SILVEIRA, 2009, p. 103 – traducción nuestra).

 

           Los datos del IBGE (el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) de 2007 (apud MAGAGNIN, 2008, p. 30) muestran cómo ha crecido el acceso a internet en Brasil y la siguiente tabla muestra cómo la población utiliza esta herramienta según el propósito del usuario de internet (por región):

          Los datos de la tabla anterior revelan que, a pesar del crecimiento en el uso de internet por parte de la población brasileña, ese acceso es aún pequeño en lo que respecta al uso del entorno virtual como forma de interacción y participación de la sociedad en la esfera pública, ya sea en busca de información u otros servicios. El uso de internet como forma de interacción con el poder público está por encima únicamente de los servicios de compras por internet y transacciones bancarias. Al menos hasta el año 2007.

          Internet se considera la plataforma más prometedora para la ciberdemocracia, pero no la única. El desarrollo de las telecomunicaciones móviles también puede servir como soporte tecnológico para la ciberdemocracia.

          Varias diferencias fundamentales entre Internet y los medios tradicionales explican su uso más adaptado para la ciberdemocracia. Por un lado, internet permite la comunicación en tiempo real entre varios interlocutores, mientras que la radio o la televisión sólo lo permiten de forma limitada, y la telefonía móvil sólo pone en relación a un interlocutor con otro, simultáneamente (al menos hasta la aparición de smartphones y el surgimiento de aplicaciones como whatsapp, viber, entre otras). Además, internet ya se ha convertido en una herramienta importante en el proceso de discusión democrática y en la difusión de ideas de partidos políticos, campañas electorales o incluso de particulares, a través de blogs, redes sociales, medios alternativos, etc.


 

 

Referências Bibliográficas

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BRAGA, Sérgio S.; FRANÇA, Andressa S. T.; NICOLÁS, Maria A. Os partidos políticos brasileiros e a internet: uma avaliação dos websites dos partidos políticos do Brasil. Revista Sociologia e Política, Curitiba, vol. 17, n.34, p. 183-208, out. 2009. Acesso em 25/11/2016.

BENKLER, Yochai. The wealth of networks: how social production transforms markets and freedom. USA: Yale University Press, 2006.

CARDON, Dominique. A democracia internet: promessas e limites. Tradução de Nina Vincent e Tiago Coutinho. Rio de Janeiro: Forense Universitária, 2012.

CASTELLS, Manuel. A galáxia da internet: reflexões sobre a internet, os negócios e a sociedade. Rio de Janeiro: Zahar, 2003.

CEBRÍAN, J. L. A rede. São Paulo: Summus, 1999.

DINIZ, Eduardo H.; RIBEIRO, Manuella Maia. O conceito de esfera pública interconectada e o site “webcidadania” no Brasil. Gestão & Regionalidade, v. 28, n. 83., mai-ago, 2012. Acesso em 20/10/2016.

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PRADO, Otávio; LOUREIRO, Maria Rita. Governo eletrônico e transparência: avaliação da publicização das contas públicas das capitais brasileiras. Revista Alcance, v. 13, n. 3, p. 355-372, set./dez., 2006. Acesso em 23/11/2016.

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TERRANOVA, T. Network Culture: Politics for the Information Age. London  Pluto, 2004.

 

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