Espiritualidad y Política

por Alexsandro M. Medeiros y Alexis Guerra

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publicado en: ago. 2021

versión en Portugués

            El sitio web Sabiduría Política aborda la Ciência Política en su aspecto multidisciplinario, interdisciplinario, transdisciplinario y transpersonal. Esto significa que la Política aquí es considerada desde su relación multifacética con diferentes áreas del conocimiento humano, como la Filosofia, la Economia, la Psicologia, la Historia y muchas otras áreas, además de abordar la realidad de las relaciones humanas desde una perspectiva integral que comprende que el ser humano es algo mucho más que un simple cuerpo material, sino que incluye una dimensión psíquica y espiritual que hay que tener en cuenta, de lo contrario podemos mutilar la realidad en la que vivimos. Tal punto de vista entiende que “la espiritualidad y la política son dos realidades fundamentales de la vida [...] ‘En el ámbito interpersonal, en el ámbito de cómo tú y yo nos relacionamos como seres sociales, no hay áreas más importantes que esas de espiritualidad y política’” (OCAÑA, 2016, p. 3 – traducción nuestra).

            Ninguna ideologia, sistema político, orden económico o social estará completo y podrá resolver los grandes problemas que afligen a la humanidad hasta que la realidad humana sea abordada en este aspecto integral y transpersonal. La política tal como se la entiende hoy, casi exclusivamente desde un punto de vista materialista, necesita ser completada por los caminos del espíritu. En cierto modo coincidimos con Ottaviani (2015, p. 516 – traducción nuestra), cuando afirma que la reforma de las estructuras políticas no es suficiente si no va acompañada de una visión espiritual “fundada en un arduo proceso de constitución del yo como sujeto ético, apoyado o no en alguna creencia religiosa”. Y además: “ninguna reforma política será suficiente, ninguna estructura de poder será honesta y efectiva, si los actores de esta nueva y prometedora obra no se cambian o transmutan” (OTTAVIANI, 2015, p. 521 – traducción nuestra). El concepto que preferimos adoptar aquí es el de espiritualidad, es decir, la justicia social solo se podrá lograr cuando los hombres y mujeres trabajen por su evolución espiritual (desde un punto de vista individual y colectivo).

            Una visión ampliada de la política, que incluye el aspecto espiritual del ser humano y en la que se sustenta nuestro entendimiento, no solo se fundamenta en supuestos teóricos y religiosos, sino que busca fundamentos científicos y filosóficos que nos permitan pensar la realidad en su dimensión más allá de la realidad material, que aquí llamamos espiritual.

           Por ello, este enfoque quedaría incompleto si no incluyera una reflexión sobre el tema de la espiritualidad tematizada bajo otros enfoques que, aunque no necesariamente políticos, son fundamentales para la comprensión de la vida en sociedad en toda su complejidad. Es por eso que el sitio web incluye una sección sobre Espiritualidade e Ciência y Espiritualidade e Filosofia, que completan nuestra cosmovisión y se vinculan sinérgicamente a la Ciência Política.

           Además, esta visión del mundo amplía los horizontes para pensar las políticas y las políticas públicas que inciden directamente en la vida en sociedad, considerando la necesidad de pensarlas por igual desde la dimensión espiritual. Por ello, el sitio también cuenta con secciones específicas dedicadas al análisis de la espiritualidad desde políticas públicas como educación, salud, medio ambiente, donde están presentes discusiones sobre Educación y Espiritualidad, Saúde e Espiritualidade, Medio Ambiente y Espiritualidad.

           Algunas personalidades nos inspiran para abordar este tema que involucra espiritualidad y política. Mahatma Ghandi, Martin Luther King Jr., así como filósofos y pensadores como Platão, Sócrates, Henri Bergson y Pietro Ubaldi y las ideas de la Filosofia Oriental.

           Sus teorías y ejemplos de vida deben inspirar no solo al buen ciudadano, sino también a todos los que estén dispuestos a gobernar y administrar una ciudad. Debe inspirar en cada uno de nosotros el sentido del deber, la justicia social, la lucha por la transformación de la sociedad y “el auténtico propósito de la política, que consiste en la búsqueda del bien común de nuestro propio país y de la humanidad” (BAGGIO, 2004, p. 37 – traducción nuestra).

           Inspirado en sus ejemplos de vida, el buen ciudadano, que pretende hacer de la política una misión, “busca tomar decisiones que generen condiciones para cada ciudadano, y la comunidad en su conjunto, para llevar a cabo el propósito que tiene, su misión. en la historia” (BAGGIO, 2004, p. 38 – traducción nuestra). Obedeciendo, como Sócrates, a su propia conciencia, el buen ciudadano “vive en una actitud continua de escucha de la voz que habla en su interior, en un constante diálogo interior con ella. A través de este hábito de diálogo consigo mismo, también aprende a dialogar con los demás y les ayuda a descubrir la voz que habla en ellos” (id., Ibidem, p. 38 – traducción nuestra).

           El compromiso del buen ciudadano - que Baggio (2004) llama el político de la unidad, refiriéndose al Movimiento Político por la Unidad - es con la máxima: Ama a tu prójimo como a ti mismo; o “Todo lo que quieras que otros te hagan, hazlo a ellos, porque ésta es la Ley y de los Profetas”. (Mt 7,12). Ampliando la máxima del amor al prójimo y analizándola desde la perspectiva de la fraternidad, Lubich (2001, p. 8 – traducción nuestra) - en un discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Trento/Italia -, reflexiona que la fraternidad es necesaria en todas partes e incluso en la política:

Los políticos también están llamados a ponerlo en práctica y a sentirse hermanos entre sí, incluso ante la pasión por el partido mismo, ante las elecciones que distinguen las distintas opciones. El amor fraterno une e ilumina las decisiones a tomar y hace que las personas sean más aptas para alcanzar el fin último de su propia política, que es el bien común.

            Un buen gobernante no es el astuto, que busca sus propios intereses y, si hace el bien, lo hace sólo superficialmente y con objetivos electorales. Un buen gobernante busca usar el poder espiritual dentro de él para hacer el bien desinteresadamente y con amor. Tampoco “basta con adquirir técnicas de gobernanza. Es necesario adquirir la sabiduría para gobernar y esto implica necesariamente el gobierno de uno mismo, un campo abierto para el ejercicio de la espiritualidad” (OTTAVIANI, 2015, p. 521 – traducción nuestra).

           Un gobernante sabio es aquel que piensa en las políticas públicas desde un punto de vista espiritual y, por lo tanto, piensa en la educação, saúde, meio ambiente, de manera integral, y no ve oposición entre Salud y Espiritualidad, Educación y Espiritualidad, sino que es una consecuencia lógica y necesaria de la vida, porque piensa en una espiritualidad centrada en la defensa de los direitos humanos, en la defensa de los derechos de las minorías y de todas las personas, sin discriminación de raça o de gênero, en la defensa de la vida.

 

Espiritualidad versus Religión

           El término Espiritualidad y Política se usa a propósito en lugar de Religión y Política y, por lo tanto, se necesitan algunas palabras para explicar esta distinción conceptual. Se utiliza el concepto de Espiritualidad en lugar de Religión porque es un concepto más amplio y “[...] porque también incluye formas no religiosas de abordar las dimensiones profundas de la subjetividad” (VASCONCELOS, 2008, p. 315 – traducción nuestra).

Lukoff (1992), por ejemplo, distingue la religiosidad de la espiritualidad, definiendo la primera como la adhesión a creencias y prácticas relacionadas con una iglesia o institución religiosa organizada, y la segunda como la relación que establece una persona con un ser o fuerza superior en el que ella cree […] Worthington, Kurusu y McCullough (1996) definen a una persona religiosa como aquella que tiene creencias religiosas y que valora, hasta cierto punto, la religión como institución. Una persona espiritual, en cambio, es aquella que cree, valora o se dedica a algún poder considerado superior, pero no necesariamente tiene creencias religiosas o es devoto de alguna religión institucionalizada (apud FARIA; SEIDL, 2005, p. 381 – traducción nuestra).

           En general, la espiritualidad es un aspecto que está necesariamente presente en la religión, pero la religión no está necesariamente presente en la espiritualidad.

            Cuando hablamos de espiritualidad, no nos referimos a una religión concreta, sino a una necesidad de vivencia existencial que busca una relación con algo que trasciende la realidad, considerándolo sagrado, independientemente de las etiquetas religiosas. En este sentido, cualquier religión que tenga la característica de lo sagrado y lo trascendental se entiende aquí como una práctica espiritual: ya sea cristiana, espírita, hindú, islámica, umbanda, etc.

Disponible en: Blog Oculto Revelado (Consultado el 05/11/2015)

         Cervantes (2015), “define la espiritualidad como la experiencia de sentirnos parte de algo más grande y profundo que nosotros mismos, algo que nos conecta con todo y con todos, lo que nos lleva a ver a todos los seres humanos como hermanos y al planeta como lo común, la casa que tenemos que cuidar” (apud OCAÑA, 2016, p. 4 – traducción nuestra).

           Finalmente, podemos decir que el término espiritualidad aquí se toma en el mismo sentido que el psiquiatra italiano, conocido como el padre de la psicosíntesis, Roberto Assagioli (1888-1974).

 

Hablando de espiritualidad, Assagioli (Grof, 1989) nos explica que: Utilizo el término “espiritual” en su connotación más amplia y siempre con referencia a la experiencia humana, empíricamente observable. En este sentido, "espiritual" se refiere no solo a las experiencias tradicionalmente consideradas religiosas, sino también a todos los estados de conciencia y todas las funciones y actividades humanas que tienen como denominador común la posesión de valores superiores a los comunes - éticos, estéticos valores, heroicos, humanitarios y altruistas (BOCCALANDRO, 2006, p. 77-78 – traducción nuestra).

 

El Monismo de Pietro Ubaldi

            En la portada del libro La Gran Síntesis, de Pietro Ubaldi, se lee: Síntesis y solución a los problemas de la Ciencia y del Espíritu, porque para este filósofo italiano, tanto los caminos de la fe como la investigación no son sino dos vías, dos caminos en la búsqueda de Dios.

            Para este autor la realidad está “fraccionada por barreras de espacio y tiempo; la unidad aparece como pulverizada en lo particular…” (UBALDI, 1992, p. 34). Con ello plantea que la verdad absoluta, el conocimiento exacto escapa a una ciencia que desecha y aparta al Espíritu de su análisis y por ello no concluye, especialmente en el campo de las ciencias sociales, en el que debe entrar en consideración el factor moral como determinante para alcanzar verdades más profundas.

            Ubaldi afirma que toda la creación universal está sujeta a una “Ley de dualidad” en la que cada parte tiene su contraparte, correspondiente y complementaria.

La unidad es una pareja; el universo es monismo en su conjunto, dualismo en el detalle, una dualidad que contiene el principio de contradicción y de fusión al mismo tiempo, que divide y reúne y otorga a toda forma del ser una estructura simétrica (principio de simetría) y al desarrollo de todo fenómeno una perfecta correspondencia de fuerzas equilibradas (UBALDI, 1992, p. 120).

            Con ello deja claro que  estudiar un fenómeno separado de la espiritualidad es cercenar la investigación, es limitar la visión a solo una parte del problema. Más aún, Ubaldi considera que hay una interrelación, una interconexión entre todos los fenómenos en un Universo en el que Dios es también la Creación (Monismo), regido por leyes que abarcan, incluso la actividad social: “Un fenómeno aislado es una abstracción nuestra por necesidad de estudio, que no corresponde a la realidad” (UBALDI, 1986, p. 12).

            Es justamente esa limitación en la investigación la que nos impide tener en cuenta lo que Ubaldi llama “lo imponderable”, el conjunto de leyes que rigen la mayor parte de nuestras acciones y que son determinantes en la vida. Al respecto, el proverbio chino dice que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo; frase que ha sido considerada para formular la llamada “Teoría del Caos” que se fundamenta en lo impredecible de un sistema caótico.  Para este autor todo en el universo, incluso lo que parece indisciplinado y casual, está regulado por normas, por ello hablar de casualidades de  impredecible  o caos es absurdo.

Toda fuerza se mueve por concatenación, en busca de una precisa finalidad, según el principio de causa efecto, incluso donde las fuerzas surgen aun en estado caótico, propio de las fases más involucionadas, pues que, íntimos y ocultos, el pensamiento y la voluntad de Dios mantienen las redes y rigen el caos (UBALDI, 1986, p. 185).

            La política también contiene esta dualidad de la que habla Ubaldi, dos aspectos, dos fuerzas, que se juntan y se contraponen, pero que se complementan; una centralizadora, hegemónica, vertical (Hobbes, Maquiavel), la otra es el libre mercado, es horizontal, es dejar hacer y dejar pasar (Thomas Paine, Adam Smith). Estos dos impulsos que mueven la evolución, que hacen avanzar a la humanidad, han conducido la Política a mejores sistemas para la convivencia humana y que, en tiempos modernos, se manifiestan en Comunismo y Capitalismo, dos partes de un mismo fenómeno que se dirige hacia una nueva forma de hacer política, en la que se fundirán lo mejor de las dos ideologías. Este fenómeno, observable en la Historia, es conducido por estas fuerzas imponderables, por las leyes de Dios, que son determinantes en toda situación y que es imprescindible tener en cuenta para llegar a conclusiones más exactas.

            Por estas válidas razones la Ciencia Política no puede tomarse como una disciplina aislada, producto de fuerzas o de cálculos solo humanos, pues corre el riesgo de que se convierta en lo que el reconocido politólogo italiano, Giovanni Sartori (en Cancino 2008, p. 7), denominó un “elefante blanco, repleto de datos, pero sin ideas ni sustancia, atrapado en saberes inútiles para aproximarse a la realidad en toda su complejidad”.

 

 

Referencias Bibliográficas

BAGGIO, Antonio Maria. Espiritualidade da Unidade na Política. Tradução de José Maria de Almeida. ABBA – Revista de Cultura, São Paulo, Vol. VII, n. 3, pp. 35-46. Acesso em 30/10/2017.

BOCCALANDRO, Marina Pereira R. Psicossíntese - um enfoque psicológico positivo-humanista-transpessoal. Boletim Academia Paulista de Psicologia, vol. XXVI, núm. 3, p. 74-81, set./dez., 2006.

CANCINO, César. La Muerte de la Ciencia Política. Editorial Suramericana. Buenos Aires, 2008.

CERVANTES, Cristóbal. Espiritualidad y política. Kairós, 2015.

FARIA, Juliana Bernardes de; SEIDL, Eliane Maria F. Religiosidade e enfrentamento em contextos de saúde e doença: revisão de literatura. Psicologia: Reflexão e Crítica, vol. 18, n. 3, p. 381-389, 2005. Acessado em 07/11/2015.

LUBICH, Chiara. A Fraternidade no horizonte da cidade. Tradução de José Maria de Almeida. ABBA – Revista de Cultura, São Paulo, Vol. VI, n. 3, pp. 7-17, 2001. Acesso em 30/10/2017.

OCAÑA, Emma. Espiritualidade e Política. Fundação Betânia, 2016.

OTTAVIANI, Edelcio. Espiritualidade e política: considerações sob um ponto de vista filosófico. Revista Pistis & Praxis, Teologia Pastoral, Curitiba, v. 7, n. 2, p. 513-530, mai./ago. 2015. Acesso em 29/10/2017.

UBALDI, Pietro. La Gran Síntesis. 7ma. Edición en Español.  Instituto Pietro Ubaldi de Venezuela. Maracaibo, 1992.

UBALDI, Pietro. Ascensões Humanas. Fundação Pietro Ubaldi. Campos RJ, 1986.

VASCONCELOS, Eymard Mourão. Espiritualidade, educação popular e luta política pela saúde. Revista APS, v. 11, n. 3, p. 314-325, jul./set. 2008. Acesso em 29/10/2017.

 

 

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